viernes, 20 de noviembre de 2009

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA



Como te echo de menos, cada día que pasa me acuerdo más de ti, desapareciste poco a poco sin apenas darnos cuenta, cuando notamos tu perdida ya era demasiado tarde, tengo carencia de ti las 24 horas del día, desde el desayuno a la cena, añoro tu ternura, tu blanca palidez y siento la gran ausencia de tu embriagante aroma.
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Alguien usurpó tu trono y tu sitio, venía de la moderna y refinada Francia, y llegó para quedarse, todos los lugares en los que tú reinabas pasaron a ser de sus dominios, y los noveleros y vanguardistas se pusieron de su lado, simplemente te ignoraron y pasaste al olvido, después de tantos años dándoles de comer. Solo decir tu nombre, hace que mi boca y mis labios me traigan tu recuerdo, hoy quiero gritarlo a los cuatro vientos: como te extraño, querido y amado “bollo de a cuarto”. Maldita baguette, maldito modernismo, que han hecho de ti solo una evocación. ¿Dónde está tu sabor? ¿Tu color? ¿Dónde está aquel penetrante olor?
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Me viene a la memoria aquella talega amarilla que con punto de cruz escribía tu nombre en grandes letras azules “pan” y a la singular y cariñosa Magdalena, en la plaza de abastos en la panadería de “Santa Ana” nos daba la noticia que el próximo amasijo estaba ya en camino, directo del horno en grandes cajones de reluciente madera, llegaba el esperado y suculento manjar recién hecho, caliente y crujiente. Y de regreso a casa en más de una ocasión más de un “bollo” sucumbía a golpe de incansables pellizcos durante el viaje de vuelta.
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Harina, levadura, agua y sal, de tu fórmula mágica, hemos pasado a la textura del plástico y el chicle, no sabemos donde falla tan maravilloso hechizo para tan triste y nefasto resultado. Cuando en estos momentos que vivimos en los que valoramos tantos los productos ecológicos y artesanales, porque le damos tampoco importancia a este alimento tan habitual como es el pan y no exigimos calidad, volvamos a los métodos tradicionales de nuestros padres y abuelos, el retorno a lo natural. Y como nos cantaba Juan Luis Guerra “Ojala que llueva café” pero a ser posible que venga acompañado de un “bollo” juntado con manteca “colorá”.

4 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Donde esté ese cabero de pan con aceite y azúcar ummmm

caritabaston dijo...

que bueno abierto con un hoyo, y hacer con el una pringa de chicharo con huevo un saludo TONY..

ARO dijo...

"Es más bueno que el pan de El Bosque", decía el refrán, y si le echas una poquita manteca colorá, el colesterol no se va a dar por aludido.

Adelaida Ortega Ruiz dijo...

En mi pueblo, en vez de un bollo con manteca colorás... un "jollo" con aceite de oliva.

¡¡¡¡¡Eso sí que está bueno!!!!

No sabes lo que es mojar un pedazo de pan de pueblo en el mismo trujal donde el aceite está recien exprimido de la aceituna.

Es de color verdoso y está amargo.

Ummmmm, porque ya he cenado, que si no iba ahora a por un "jollo".