Recogió sus cenizas y creó de nuevo sus alas de un rojo
anaranjado resplandeciente de frío y pétreo metal recién fundido… un paso de
expiración a una resurrección gloriosa.
Miles de años girando, viendo cambios vanos,
revoloteando en mundos viciados, virando en orbes depravadas… y de tanto acercarse
a un sol podrido y putrefacto como Ícaro incineró sus alas ya de por si
recubiertas de costras de grasa y mugre…
Cuenta la leyenda de los tiempos que su nido lo hacía
de plantas aromáticas, especias olorosas y perfumadas flores, magnífico
nacimiento para tan trágica muerte.
Renacer para desaparecer…
1 comentario:
Abrazo.
Publicar un comentario