Esta historia da comienzo en el curso escolar 69-70,
mis padres con todas sus buenas intenciones me matriculan en un colegio religioso.
Tenía 6 años y de los de antes o lo que es lo mismo
inocencia absoluta y total, con esa edad la religión creó un estrago en mi
cerebro y en mi vida personal que me ha perseguido para siempre.
Mi timidez era espantosa, mi cobardía aún mayor y la
vergüenza giraba como un tiburón a mi alrededor, en aquellos momentos era el
niño más bueno y responsable de la clase, pasé de puntilla para no hacer ningún
tipo de ruido para no llamar la atención.
Las creencias religiosas me la implantaron e
introdujeron a base de miedo, no había noche que no tuviera pesadillas con lo
que me habían explicado en las clases día tras día que eran siempre muy
repetitivas: Me hablaban de muerte, de demonios, de infierno y el fuego eterno, muy fuerte para un
niño de poca edad que se creía todo lo que decían aquellos curas.
Si sufrí bullying pero no por parte de otros alumnos,
me lo hizo el profesorado, hablándolo años después con compañeros de
aquella época, son muchos los que lo recuerdan como yo lo relato en estos
momentos.
¿Qué pecados y culpas podía haber cometido un crío tan
pequeño, que maldad y perversiones podía haber realizado, para tenerme tan
asustado y aterrorizado?
También recordar que en aquella escuela hasta el recreo
era una asignatura y unas normas que parecían más a una cárcel que de un
colegio, allí todo era castigable.
Esa “educación” me marcó para siempre, aquella frase de
que “La letra con sangre entra”, allí se realizaba al pie de la letra, que de
guantazos y reglazos en la palma de las manos sufrimos todos en aquellas aulas.
Hoy con 58 años todavía lo recuerdo como si fuera ayer,
durante años fui una persona muy religiosa, pero con el paso del tiempo
me fui alejando y en estos momentos soy religiosamente ateo.
Otro texto para perder amigos en el Facebook.
P.D. Este escrito está basado en hechos reales, que nadie
me lo ha contado, los he vivido yo.