Punto sin retorno, policías y ladrones, peligrosas
amistades, Jesucristo y Barrabás, y como Pilatos nos lavamos las manos.
Mundo de bandoleros y saltadores de caminos,
delincuentes de sangre azul, perversos y sádicos, pero ya no hay cuerpos
masoquistas que aguanten tantos malos tratos.
Saltarán en pedazos cadenas y grilletes, surgirán
nuevas fronteras, límites ficticios separados por una simple delgada línea roja,
mientras tanto se frota las manos la reina de corazones afilando su guadaña.
Mandatarios, presidentes y jefes pasen por sus púlpitos y lancen sus mensajes, dardos envenados y consignas fervorosas y entusiásticas que el público ya están ansiosos de escucharlas…
Luego pasen a cobrar sus impuestos subversivos por caja, y no olvidarse de darles los pésames televisados a los padres por las muertes de sus hijos… en vuestras malditas e infames campañas y cruzadas.
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