Otra noche más la televisión consigue aburrirme y el
enfado lo pago con el teclado de mi portátil, escucho música con el volumen casi a cero, mientras mis dedos teclean poco a
poco los pensamientos que me va dictando la madrugada.
Es increíble lo que cambia todo cuando llega la
nocturnidad, el tiempo parece que transcurre mucho más despacio y relajado, no
sé si será el silencio, la oscuridad o el cansancio, pero todo es distinto.
Hay una frase que dice “Que el día es la vida de los
seres, pero que la noche es la vida de las cosas”, a veces la noche se
convierte en la luz del alma, es la magia, la seducción, el ocultismos, la
fascinación, la mentira o la verdad.
Después de la tensión de una dura jornada, las cosas
que nos preocupaban parecen tener otras medidas y valores distintos de los que
creíamos, viéndolos desde otro punto de vista totalmente diferente y en algunas
ocasiones más benévolos, y en otros casos todo lo contrario, pequeños problemas
se transforman en pesadas cargas en nuestros frágiles hombros, deseando y
anhelando que la luz de la mañana brille con una ansiada rapidez, que por
supuesto no podemos controlar, la angustia y las pesadillas hacen círculos a
nuestro alrededor como si se tratasen de feroces tiburones que en cualquier
momento se dispondrán atacarnos y devorarnos…, no dejándonos conciliar el sueño
por mucho que lo intentemos.
Ya con los primeros rayos de sol todo vuelve a tener la importancia y
relevancia que siempre debería tener, volviendo a la realidad, las posibles
soluciones o los nuevos problemas aparecen como por un hechizo, porque cuando
el manto de la noche lo envuelve todo, hay una vida casi secreta, invisible y
etérea…, pero que no por ello hay que negar su evidencia, es simplemente la
noche…
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