(Esta es mí colaboración para la revista "QUINCE" en su número especial carnaval 2016).
El Carnaval ha sido y sigue siendo para algunas
personas un púlpito o tribuna para sus 15 minutos de glorias… personalmente yo llegué a él accidentalmente como
muchos.
Mi primer contacto fue en el verano de 1983 cuando la
comparsa “Cristianos en Roma” de Manuel Camacho Francés “El Chusco” estuvo ensayando
en La Bodega de Valdés lo que en estos momentos es “El Chusco”, el grupo estaba
preparando una actuación para el desaparecido Festival del Moscatel de aquel
año, en septiembre al no conseguir un local de ensayo continuaron con una nueva
comparsa “Soldados Españoles en Cuba” sin saber que en marzo de 1984 se daría
el pistoletazo de salida para el Carnaval de Chipiona… una historia que aún se
sigue escribiendo…
Ante de aquellos años en nuestro pueblo había
auténticos pero escasos apasionados del Carnaval de Cádiz, aficionados que se
llevaban todo el mes de febrero con la oreja pegada a los pequeños viejos
transistores traídos de Ceuta y en alguna ocasión habían asistido a una sesión
en el Gran Teatro Falla como colofón a su entusiasmo, pero era una minoría que
se podían contar con los dedos de las manos.
Antes de 1984 pocos sabíamos de las autorías de Antonio
Martín, Pedro Romero o Julio Pardo, y muchos más no distinguíamos una chirigota
de una comparsa, no sé porque siempre he recordado a las comparsas de “Los
Simios” y sobre todo “Raza Mora” del Puerto de Santa María, más conocidos como
“Los Majaras”, durante el inicio de la fiesta grande de este pueblo fueron el
buque insignia y un ejemplo a seguir.
Poco a poco todo se fue transformando, unos cambios
para mejor y otros no tanto, y fueron muchos los que se quedaron por el camino,
unos auténticos carnavaleros y otros solos estrellas fugaces, porque el carnaval
puede ser de todo menos agradecido, el mismo público que te aplaude y te
encumbra y asciende, es el mismo que te desprestigia y crítica, o estás en el
candelero o ya no existe, es una carrera vertiginosa y acelerada en muchos
casos de una vida efímera y volátil…: los grupos de cantos, los de cabalgata,
las peñas, las damas, los pregoneros… una vez que pierden su brillo y realce
pasan totalmente al olvido, es el tributo que hay que pagar si quieres
pertenecer a ese “mundo”.
En nuestro carnaval no hay normas escritas o censuras pero sabemos que no vale todo, en cada edición es renovarse o morir, el
carnaval es crítica, alegría, frescura, picaresca, doble sentido… pero sobre
todo respeto.
Gran parte del éxito del mismo sería la carencia de una
fiesta que identificara a la gran mayoría, esta celebración representa la
idiosincrasia chipionera tan especial y peculiar que estaba claro que teníamos
escondida y ocultada en algún lugar no muy lejano de nuestra historia local…
1 comentario:
Muy interesante...
Bonito el cartel, me encanta el diseño y el colorido... :)
Salud
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