De nunca me han gustado los fuegos artificiales y la pirotécnica,
y ahora de mayor y sabiendo el daño que produce menos aún.
Mi amigo “Lennon” en los últimos tiempos lo pone muy
nervioso y le tenemos que estar hablándole y acariciándolo para que se tranquilice, pero se personalmente
de casos aún más graves y penosos, que les han provocado heridas e
incluso la muerte.
Pero este año he vivido un caso todavía peor, una persona
con autismo, que lo pasa muy mal, con las manos tapándose los oídos por culpa del ruido, gritando
y en un estado de nerviosismo total, con angustia y ansiedad.
En este pueblo todo se celebra con petardos y cohetes,
sin mirar el daño que esto puede producir, podría escribir “Qué ojala les
explotaran en las manos”, pero esa no es mi condición, solo les deseo que
vivieran un caso como el que he vivido y he relatado.
Si hay algo que celebrar, aplaudan por favor…
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