Me detengo y permanezco lo más cerca de lo que fueron
mis principios, pienso y supongo que el hecho de no seguir un camino recto no haya sido un error y si..., un acierto, confío y anhelo que mi ánimo y aliento no me
abandoné sin haber realizado lo conveniente.
Me cansaron las causas perdidas y las quimeras en el
tiempo, soy de los que necesitó meter la mano en la llaga, ni me arrepiento, ni reniego,
dejé de creer en cielo y en el infierno, cansado de tantos de deidades de
altares con pies de barro.
Intenté nunca saltarme la reglas, pero en ocasiones lo
hice, con tantas normas el éxodo y el exilio estaban asegurado, aunque solo
fuera en una esquina o en un rincón de un patio.
Los reglamentos fueron los gérmenes de mi descontento,
inadaptado en tiempos difíciles, inexpertos rodeado de tanto talento, y como la
frase manida y gastada “Pobre, pero honrado” que nunca fue ni mi alivio, ni mi consuelo.
Quizás haya conocido a demasiada gente ya, pero a personas muchas menos…
Está claro que sigo enfadado con medio mundo y también con el otro medio.
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