En la margarita desojada todos sus pétalos fueron no.
En la mesa un jarrón colmado de agua con flores de
plástico ya marchitas y ajadas.
El reloj en la pared hace que la manecilla de las horas
por una vez le gane al minutero.
Los cuadros se despintan manchando y ennegreciendo los
marcos.
Las fotos se destiñen en un blanco inmaculado de
figuras ya ausentes.
Las luces de la lámpara se languidecen y se debilitan y
la penumbra hace círculos como un tiburón al naufrago…
En el frutero una mosca se posa en una manzana viciada
donde el color rojo ha perdido su brillo y esplendor.
La señorita televisión parpadea y me guiña pero no
consigue atraparme.
El plato rebosa maná bendecido y mientras el cuchillo y
el tenedor se abrazan enrolladlos en una escueta servilleta de papel.
El vaso medio lleno o medio vacío de lágrimas…, qué más
da, se carcajea de mí, está claro que un mal día lo tiene cualquiera.
Sin dirección, ni remite…
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