Nunca creí en el Ratoncito
Pérez,
ni en los renos voladores
de Santa Claus,
siempre me atrajeron más
los cantos de las sirenas,
la fuerza del centauro,
la paz de los unicornios,
las leyendas de faunos y
dragones,
las bellezas salvajes de hadas y
ninfas,
y la picaresca y sortilegios de gnomos y
duendes,
por favor... Superman sálvanos…
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