Nunca escuchó nada, nunca vio nada, nunca dijo nada, en
la soledad de su angustia en algunos momentos tiene su refugio.
Como un duro y frío muro infranqueable, pero el paso
del tiempo le abrió grietas y fisuras, pasando factura, su seguridad y poder
solo duró unos instantes…
Su bella cola de pavo real dorado, marchita y deslucida la arrastra por el suelo lleno de barro y fango, puede que algún día vea, escuche y hable…
Para entonces quizás ya sea demasiado tarde, para preguntarle que le pasa...
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