Por fin doy por finalizada mis vacaciones, 31 días de
malhumor, de impaciencia y sin parar de quejarme por todo. Solo un respiro
gratificante cuando relleno una hoja de reclamaciones y el tema por la que lo
solicito es lo de menos, un verdadero orgasmo de felicidad y placer viendo la
cara del dueño del establecimiento cuando la estoy rellenando, no tiene precio.
El mes de julio se agota, pero prometo volver como cada
año, aunque no disfrute del clima, la playa y su gente, pero volveré, ahora me
voy para mi barrio que todo, todo..., es más barato, hasta dentro de 11 meses, bye
bye.
P.D. Cualquier parecido con la realidad es pura
coincidencia.
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