Hay gente que incluso chillando y gritando, no se les escucha ni se les atiende, sobre todo cuando en cada frase contiene un insulto o peor aún, una mentira.
Cuando se les caen las máscaras o se les decoloran el maquillaje, percibes que ni les falló la careta ni las pinturas, simplemente
siempre fueron así.
El engaño dura lo que pueda aguantar con sus falsedades
y farsas, inventan un pasado, viven un presente que es una quimera y el futuro
es un fraude. Enredos y tretas por quince minutos de gloria, que ya pasaron
hace mucho tiempo, patrañas y chismes que hasta ellos mismos se los creen, sus
existencias son tan chapuceras, que ya pierden hasta la memoria y no saben a quién
darles coba o servilismo con sus paparruchas y cuentos.
El papel de impostor en los momentos que vivimos ya no
se paga bien, es más… el cuentista está de vacas flacas, el meritaje ya no
cotiza en bolsa, nadie quiere escuchar ya sus mentiras. Es muy difícil o imposible
que sean veraces y sinceros alguna vez, es su sino, de ellos ya no nos creemos
ni la verdad si es que en algún momento la cuenta.
Nadie es imprescindible, eso está muy claro y evidente, así que a tramposos y embusteros que huyen puente de plata…
No hay comentarios:
Publicar un comentario