Cuando tenía 10 o 11 años tuve mi primera crisis existencial, durante un tiempo estuve obsesionado con la muerte, y jamás se lo conté a nadie, además no me daba miedo el dolor, me aterraba desaparecer, todo lo contrario de lo que me ocurre ahora.
No tengo ninguna necesidad de dejar constancia de que
he existido, me trae sin cuidado, ahora le temo más al sufrimiento y
padecimiento que a ausentarme o disiparme.
Hace ya mucho tiempo que no creo ni en la resurrección, ni en la reencarnación, lo veo poco comprobado y científico, simplemente nos
marchamos.
Si al final existe el cielo y el infierno será para mí una sorpresa, y puesto a escoger, si eso sucede..., casi prefiero los avernos, porque viendo los méritos e intereses que hacen algunos para llegar a las puertas del paraíso, casi mejor que me quede fuera, que aburrimiento…
Me gusta más la autopista al infierno que las escaleras al cielo...
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