La reina republicana, la señora soberana blanca, gobernante majestad de un cuento de hadas, maneja y maniobra con un simple giro de la corona de su cabeza, administra, rige y preside desde su amplia capilla santa, marioneta en la sombra, títere de baja cama.
Exige, requiere y demanda, jaque mate a la gran reina madre, por la sutil y vivaz nueva de corazones reina.
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