No sé qué ha pasado en este último viaje a Cádiz, puede
que Manuela y yo nos desviáramos o cogiéramos un atajo en el espacio tiempo,
pero está claro que la dirección era la Tacita de plata y no la Habana.
Pues el recibimiento de sus calles ha sido del país
caribeño, mi barrio ahora pertenece a la Cuba profunda.
Esta vez no es pecado del “Kichi”, el alcalde, como
mucho pudieron pensar al ver las fotografías.
La culpa de que todo esto suceda la tiene “El Cine”, que está utilizando a Cádiz como un inmenso plató para un largometraje alemán, titulado"1000 Lines".
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