Después de varios días peleado con el mundo, he vuelto
a ver la luz, eso sí mucho más cara…
Cuando el universo se cae a pedazos, ver una simple caja
de cartón que una vecina ha forrado de plástico para que no se moje, y que esta
sirva de “casa gatuna” en esta noche invernal con mayúsculas, eso sube el ánimo
hasta las nubes y la alegría mucho más alta.
Encima le ha puesto comida de gato, agua y hasta una mantita dentro para que el pequeño felino callejero no pase demasiado frío, eso no tiene
precio, que cunda el ejemplo por favor, que nuestro pueblo se llene de vecinos
desconocidos y anónimos, pero llenos de humanidad y ternura…
Aún hay esperanza…
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