El dijo, otros escucharon, ellos detallaron, vosotros
mencionasteis, tú nombraste… así surge una opinión mal intencionada o una
crítica dañina y feroz, sin ni tan siquiera contrastar y verificar la fuente de
información, simplemente se lanza al aire sin imaginar el daño que se puede
realizar con esas actitudes y maneras a otros individuos.
Qué fácil y sencillo puede ser perjudicar e incluso
destruir a una persona, se le reprocha, se le señala, se le acusa, se le juzga,
se le clasifica, se le pone etiquetas, incluso se le insulta… El murmurar y
chismorrear no puede ser de ninguna manera el deporte nacional, y como decía el
famoso refrán “El que esté libre de culpas que tire la primera piedra”
“El que pregunta con mala intención, no merece conocer
la verdad” Ambrosio de Milán.
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