Os presento a un nuevo amigo, hace ya algún tiempo que
lo conocí, pero realmente él lo sabe todo de mí pero yo no sé nada de él.
El se dedica a escuchar y hablar poco…, su diversión es
ver pasear a los peatones desde su banco y así pasa las horas, no sé qué edad
puede tener, algunas veces me parece un niño y otras un anciano, siempre sereno
y tranquilo pero sobre todo inmutable como un polichinela.
Presenciando el tiempo pasar, abre sus ojos de par en
par, vigila, espía, curiosea, descubre y vislumbra, pero sobre todo contempla…
y calla, desde su privilegiado “escaño” solo silencio...
14 comentarios:
Amigos con esas narices, a porrillo, sentaditos en el banco viendolas venir, menos. Bs.
Hola, Mamé
Un amigo, es un amigo aunque calle y apenas hable, porque escucha.
Saludos.
Creo que no estaría mal que se nos pegara algo de tu amigo y dedicáramos más tiempo a la contemplación.La cosa está jodida de trabajo ¿Necesita tu amigo a un Pepito grillo) El nombre lo tengo, y buena conciencia aun me queda, aunque no sé para cuanto tiempo.
Está claro que estás sentado con un político, la nariz le delata enseguida!
Salud
Muchas gracias por tu visita, amigo de mi amigo, amigo mio tú también. Estaré pendiente de tus entradas.
(me encanta el elefante!)
Amigos así no está mal tenerlos, Mamé. Porque, vamos a ver, son amigos fieles y además si te engaña o miente le crece la nariz. Luego está lo de aportar tranquilidad y la contemplación que tanta falta nos hace.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Intenté comentar dos o tres veces y se perdían los comentarios.
Te decía que yo prefiero amigos con las narices más cortas.
Bicos
Pues ya sabes. Detrás de él, viene el hada. Aunque yo que tú no me fiaría mucho. Puedes terminar en el vientre de una ballena.
Pregúntale si alguna vez vio un hada, y ya puestos si su padre se llama Gepetto. Si te dice que sí, infórmale que tuvo una serie en la tele cuya música era la más triste que recuerdo yo en mi infancia. Me pone triste sólo el recordarla.
Recuerdos para ti y para el señor madera, que si voy bien encaminado se llama Pinocho y es hijo de un carpintero.
A este entrañable vigilante cuando miente le crece la nariz, a otros aun más mentirosos cuando mienten, que mienten mucho, nos sube el pan a los demás.
Un abrazo
Mamé, espero que me lo presentes en nuestro próximo encuentro, jajaja.
Por cierto y con retraso, las rosas de tu madre, son el reflejo de su belleza. Dale un beso enorme de mi parte.
En bancos de paciencia estamos sentados muchos de nosotros, aunque como todo en la vida, la paciencia también se agota.
Besos
Hola, Mamé:
Vengo del blog de Mos. Yo también he participado en su iniciativa de las once palabras y allí he visto tu poema que me ha gustado muchísimo. Te enlazo si no te importa. Un beso desde mar adentro :)
En la plaza Mayor de Almonte hay un banco con la estatua de un señor a tamaño natural y dan ganas de, sentado a su lado, pedirle fuego, la hora, o comentarle el tiempo que hace. El caso sería pegar la hebra con él (sólo le falta eso).
Un saludo, amigo!!!
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