Libertad: Es la capacidad del hombre de hacer o no una cosa y de realizarla de una manera o de otra, condición o estado de la persona, animal o entidad que no está sujeto, preso o sometido a otro.
Existe la libertad de acción, económica y política, hay libertad de expresión y de pensamiento, también sexual y religiosa, y como no la condicional y provisional para el reo.
La libertad no tiene barrotes ni cadenas, tampoco cesuras ni cortapisas. Son los libros en blanco a escribir, es la poesía y la prosa, las letras de las canciones que ya están y las que vendrán, los versos del poeta y la voz del cantor.
Son los muros derribados, las prisiones vacías, las fronteras sin alambres de espinos, las pistolas destruidas, las mordazas desatadas.
Es una pena que nos olvidemos tan pronto de cuando carecíamos de ella, y de toda esa gente que luchó por conseguirla costándole la cárcel, la tortura, el exilio o incluso la muerte, y ahora ni siquiera lo valoramos pensando que esa situación siempre fue así y que nos cayó del cielo, viviendo una democracia no participativa ni reivindicativa, conformándonos tan solo con el pan y el circo que nos ofrecen los gladiadores de turnos.
Cuando aún la Memoria Histórica no es ni siquiera pasado sino presente, porque sigue reciente en nuestras mentes, cuando aún no se perdona ni se olvida, cuando los ganadores también perdieron y los vencidos perdieron dos veces finalizada la miserable contienda, cuando algunos de los gobernantes sienten delirios de grandeza, creyendo que son imprescindibles pensando que siempre poseen la verdad absoluta de su parte, en esos momento, irremediablemente la libertad se tiene que refugiar en las trincheras.
Cuando los discursos políticos se transforman en monólogos repetitivos y actuaciones de karaoke cegados por el poder intentando buscar el aplauso fácil, vendiendo su justicia e inocencia divina a una sociedad apática y desilusionada.
Esto que os cuento hoy ocurre en casi todos los municipios de este país, sean de las ideologías que sean, es un virus contagioso que se transmite cuando nuestros mandatarios se sientan en sus escaños, olvidando rápidamente porque están realmente en ese sillón, esta “enfermedad” tiene su antídoto a suministrar, se llama humildad y modestia, dosis que cada cierto tiempo deberían de tomar para bajar sus soberbias, cosa que casi ninguno hace, y así nos va...
Y para terminar como decía Tip y Coll la próxima semana, hablaremos del gobierno…