Mi amigo Ildefonso cumple años... lo conocí en agosto
de 2005, fue la fecha en la que Manuela y yo no vinimos a vivir a Cádiz, durante los cuatro primeros años fue nuestro casero, al principio solo tuvimos
la relación de inquilino y propietario a pesar de que vivíamos en el mismo
edificio. Poco a poco nos fuimos conociendo y “aguantándonos”,
pero desde que nos mudáramos, de eso hace ya algún tiempo es cuando
realmente se produce la amistad; teniendo en cuenta nuestras diferencias
ideológicas en todos los sentidos, políticas, religiosas y hasta de aficiones... no por ello en ningún momento la mutua simpatía y respeto se ha
resquebrajado.
Ildefonso tiene virtudes y defectos como todo hijo de
vecino pero en este caso son “las mismas” y “los mismos” llevados a los dos
extremos, es perfeccionista al máximo… y abierto de mente según esté el día, lo
mismo está en contra o a favor de los políticos de izquierdas como los de
derechas, de los curas como de los ateos, eso sí su palabra vale mucho más que
su firma, cualquier acuerdo verbal hecho por él tiene “validez eterna”.
Con él he descubierto lugares en la capital gaditana
que por mis propios medios me hubiesen sido imposible, ya que son sitios
“perdidos y recónditos” en el mismo centro de la ciudad, que pasan
desapercibidos para los ojos de los viandantes.
Una de sus grandes aficiones son los coches antiguos,
siendo presidente de un club de coches de época, donde él invierte su tiempo
como si le fuese la vida en ello, no hay día que no eche varias horas en el
mismo, planificando nuevas actividades, eventos y lo que surja… y es que su
vitalidad y energías no tienen limite.
Escribo estas líneas como un pequeño homenaje para recordarle y desearle un feliz
cumpleaños y decirle que 75 años no son nada…