viernes, 25 de diciembre de 2015

EL MUNDO...





Recogió sus cenizas y creó de nuevo sus alas de un rojo anaranjado resplandeciente de frío y pétreo metal recién fundido… un paso de expiración a una resurrección gloriosa.

Miles de años girando, viendo cambios vanos, revoloteando en mundos viciados, virando en orbes depravadas… y de tanto acercarse a un sol podrido y putrefacto como Ícaro incineró sus alas ya de por si recubiertas de costras de grasa y mugre…
 
Cuenta la leyenda de los tiempos que su nido lo hacía de plantas aromáticas, especias olorosas y perfumadas flores, magnífico nacimiento para tan trágica muerte.

Renacer para desaparecer…