
De pequeño lo primero que se aprenden son las vocales y los números y como no… a distinguir los colores, y todo gracias a una caja de lápices de 12 colores “Alpinos”, esto ocurre en los primeros días de escuela, otro paso importante es cuando ya eres un poquito más mayor y te regalan un estuche de rotuladores “Cariocas” con una gama de 24 y ahí es cuando piensas que ya has tocado techo y todo lo has descubierto, siendo ya muy ducho en el tema.
¿Quién le habrá puesto los nombres a los colores? Con lo fácil que hubiese sido seguir la línea del que bautizó el naranja con el nombre la fruta, hoy día al amarillo se le llamaría limón, al rojo sandía y al verde cáscara de sandía.
Hay también colores que se les han ido cambiando los nombres con el transcurso del tiempo, ¿Por qué cómo se le llamaría al color butano en la Edad Media cuando aun no se habían inventado las bombonas del mismo? Atrás quedan los colores: almendra pálido, rosa fucsia, magenta, terracota, amarillo ocaso, verde caribe, lavanda floral, ladrillo, aguamarina… y cientos más, por no decir miles.
Por favor que vuelvan los tiempos en los que yo reconocía todos los colores que traía mi caja de lápices “Alpinos” cuando los nombres de los mismos eran simples y no fórmulas matemáticas tan complicadas de descifrar.
Porque al final todo, todo… es de color….