BENAMAHOMA SITIO DISTINTO

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Soy un asiduo visitante a uno de los Pueblos Blancos de las Serranía de Cádiz más bonitos y entrañables que en ella existen y no es otro que Benamahoma, rememoro sus visitas periódicas desde finales de los años 70, ya ha llovido desde entonces, pero es de agraceder que la fisonomía, personalidad e idiosincrasia del pueblo y de sus habitantes sigue intacta, un lujo en los tiempo que corren. Esos paseos por el río Majaceite y su Nacimiento, ese frescor que desprende las casas blancas de cal, el aroma de chimeneas encendidas en las frías noches de invierno, esa vegetación exuberante que lo rodea y sobre todo su gentes, esa gente orgullosa y altanera de ser de donde son y a la vez acogedoras y apacibles con todos los que los visitan.

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No había ocasión en las que alguien del pueblo no me recomendara que acudiera cuando se celebrara la festividad más popular e importante con la que cuenta este municipio, que son las tradicionales Fiestas de Moros y Cristianos en honor a San Antonio de Padua, Patrón de la localidad, asunto que por fin el pasado año he cumplido, porque esta vez no tenía excusas para no acudir, ya que el pregonero oficial del 2009 era mi amigo Sema Miranda, el cual desde su nombramiento nos invitó a todos sus amigos a acompañarle, cosa que una gran mayoría hicimos, formando aquella noche mágica parte de alguna manera de “Las Huertas”.

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Todo lo que me contaron del tal evento se quedó exiguo, nunca imaginé unas fiestas como estas, se me escapaban a mi imaginación, casi una semana bulliciosa con toda clase de celebraciones y actividades a cuales más amenas y culturales, donde sus calles y plazas, así como la mayoría de sus habitantes forman parte del gran espectáculo apacible y visual, ofreciéndonos una gran lección de historia con mayúsculas entre dos culturas tan diferentes y distintas, como son la Cristiana y la Musulmana que durante bastante tiempo convivieron en paz y armonía por estas tierras, donde la tolerancia y compresión hizo a esta región una de las más ricas, poderosas y cultas en aquella época.

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Uno de los recuerdos que me viene a la mente, es la imagen que aún guardo en mi retina del Bando de los Moros coronando la elevada “Atalaya” preparándose para la posterior batalla, cosa que probablemente en algún momento ocurrió realmente y como no, el final con el triunfo del Bando Cristiano y la recuperación del Santo Patrón, después de unas arduas luchas y duros combates cuerpo a cuerpo, todo ello envuelto con el ruido de los disparos de los trabucos y un penetrante olor a pólvora, todo se realiza sin decorados o aderezos ya que el pueblo está siempre de por si engalanado como un genuino paraíso reino Nazarí.

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“Colgado de un barranco

duerme mi pueblo blanco,

bajo un cielo que a fuerza

de no ver nunca el mar,

se olvida de llorar”.

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MIGUEL HERNÁNDEZ