En la radio suena la monótona canción triste de siempre,
el locutor con su voz melancólica se la dedica a la misma persona, que ni tan si
quiera tiene encendido el receptor…
Tras la ventana la lluvia golpea los cristales con
rabia, sombría y lúgubre la tarde va perdiendo su brillo, oscura y negra.
Abatido y doliente
recoge del suelo la congoja y el desconsuelo amargo con sabor a pena.
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