martes, 2 de junio de 2009

ELCABALLO DE ATILA



Antes de comenzar a escribir este comentario crucé los dedos, por si cuando lo de a conocer sea ya demasiado tarde y se haya cumplido la injusta sentencia de la Junta de Andalucía, me refiero a la tala indiscriminada de 15 pinos piñoneros que nacieron y crecieron por equivocación hace ya más de 200 años en nuestros pinares, terrenos donde ahora se van a realizar unas obras para la creación de un carril bici, vaya una contradicción dentro del mundo del medio ambiente.


El grupo de “niñatos ecologistas” como siempre dando la nota, cuando no es la extinción del camaleón, es la desaparición de la Playa de Micaela o el árbol de la plaza de abastos y ahora le toca el turno a los dichosos pinos, eso es lo que pueden pensar más de uno, pero ese no es mi caso, porque yo los admiro y respeto, desde aquí los apoyo por su labor desinteresada que realizan en nuestro pueblo.


Hay personas que confunden el progreso con destrucción sobre todo si esto esta acompañado por grandes cantidades de dinero y de poder y para colmo tachan a todos aquellos que no comulgan con sus ideas y doctrinas de insensatos, derrotistas, resentidos y antichipioneros.


Los políticos de turnos vuelven la cara o esconde sus cabezas como los avestruces, cuando esos problemas están generados y producidos por superiores que son de sus mismos signos, valorando más la disciplina del partido que representan, que lo que le conviene más al pueblo que gobiernan, prefieren tener un curriculum intachable cara a galería, antes que morder la mano que los alimentan y en muchas ocasiones dan el silencio por respuestas.


Es penoso que se corten esto pinos centenarios, que son más chipioneros que nosotros mismos, que forma parte de la herencia que nos dejaron nuestros antepasados probablemente seres más listos e inteligentes que nosotros, que supieron respetar la naturaleza cuidándola y amándola.


Esto árboles forman parte de nuestra historia y si no los conservamos dejarán de ser un legado que no conocerán las próximas generaciones y sería muy injusto si eso sucediera.


En un pueblo donde sus habitantes respetan sus parques y jardines es sinónimo de cultura y la cultura genera riqueza en todo los aspectos.


Esperemos que el caballo de Atila pase de largo y no venga para quedarse, la verdad no se puede inventar, porque a Chipiona la queremos verde.



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