Las luces como cada noche parpadean hasta que al final una a una se van apagando y la oscuridad vence la batalla a la luz, con la penumbra vuelven a renacer los nefastos pensamientos, la tristeza lo inundaba todo, los recuerdos por mucho que lo intenta le hacen derramar una helada lágrima.
Tras la ventana la luna está afligida y lastimera, porque hoy no ha venido a visitarla su estrella, la que más reluce en el cielo, ¿Dónde estás? Se pregunta una y otra vez... con la callada por respuesta.
En el callejón dos gatos famélicos maúllan rompiendo el silencio rebuscando diamantes en los cubos de basuras, el último borracho noctámbulo se lleva a la boca una botella de vino barato, mientras recorre la ciudad indagando un corazón perdido en una partida de cartas jugada contra la vida, maldiciendo por siempre su suerte.
Las sombras juegan en las esquinas se prolongan y se acortan como si de una broma macabra se tratara, mientras el viento agita la herrumbrosa y vieja farola.
En la otra acera…, en la otra orilla la fauna más diversa, luchan contra el frío y pregonan sus mercancías a bajos precios, ofreciendo rebajas por el cierre del negocio en besos de contrabandos y caricias vacías, en el otro extremo dos cadáveres andantes trapichean con la última dosis que les devuelva el brillo a sus grises y tristes existencias.
Un pobre mendigo duerme refugiado entre cartones en lo soportales dentro de un cajero de un rico banco, ignorado por los viandantes que pasan a su lado.
Una pareja de inmigrantes anhelan el día que puedan volver de nuevo a su tierra, atrás quedaron pateras y cayucos para cumplir sus sueños que muchas veces solamente fueron horribles pesadillas, ansias pisoteadas de un futuro mejor.
Pasan las horas, y el primer rayo de sol nos anuncia un nuevo día en la jungla de asfalto y alquitrán, los personajes nocturnos vuelven a sus guaridas, oscuras y salubres cavernas en los suburbios de las periferias de una sociedad que les vuelven las miradas cuando se cruzan en sus sendas.
La ciudad despierta, el bullicio inunda las calles, el aire como siempre contamina el ambiente, pero para algunos nada cambia porque la vida sigue igual.
Bienvenidos al callejón de las promesas que nunca se cumplieron, porque al final esto solo ha sido otra desdichada noche de bohemia…