La
historia se repite, es un círculo vicioso donde las fases giran con el paso del
tiempo, y eso lo digo porque las modas pasan y vuelven, esto mismo ha ocurrido
con los grandes cotillones que durante años no eras nadie… si no conseguías una
entrada a ser posible del más caro; donde pasada las doce de la noche te maltrataban
física y psicológicamente, siendo una proeza llegar a la barra, ya que el aforo
del local lo habían triplicado, la música pachanguera y cada vez más fuerte
dejaba un rastro de afonía en el ambiente, para colmo el desastroso
guardarropa, con ficha incluida; te hacia quedar con la incertidumbre de si la
chaqueta que acababan de tirar al suelo, sería la misma que te llevarías a
casa, casi siempre lo descubrías tarde, cuando encontrabas objetos extraños en
los bolsillos que a partir de ese momento habían pasado a ser los tuyos.
Por
fin vuelven las fiestas antiguas de Navidad ¿La recordáis…?
Lo primero: El local.
Una
casa desangelada, preparada para el alquiler de verano, prestada por el
familiar de turno de alguno de la pandilla (cada año diferente) que se
convertía en cuartel general de operaciones durante más de un mes, siempre con
la excusa de “Vamos a preparar la fiesta…”.
Segundo:
El reparto de habitaciones.
El salón sería la pista de baile, la cocina se convertía en la barra, una habitación sería el ropero y cabina del disc-jockey y en otra se amontonaban todos los objetos y enseres a los que los dueños tenían cierto apego sentimental o sea camas, almohadas, sofá, sillas y el cuadro de la Santa Cena en relieve…
Tercero: La decoración.
Debido a que teníamos totalmente prohibido clavar ni una sola puntilla o chincheta en ninguna de las paredes, todo iba pegado con fixo, que con la húmeda de la casa, hacía que la decoración, nos la encontrábamos a diario en el suelo o lo que es lo mismo los posters, en la pared de las chicas…, los caretos de Humberto Tozzi, Sandro Giaccobe o el mismísimo Camilo Sesto, en el lado de los chicos…, los Rolling Stones o los Kiss, así como carteleras de cine que algún osado presuntamente había sustraído, lo mismo las había de Fernando Esteso y Andrés Pajares, que películas de “Chinos” de Bruce Lee, recuerdo una fiesta donde una de las paredes estaba ocupada por una foto gigante del Real Betis Balompié.
El salón sería la pista de baile, la cocina se convertía en la barra, una habitación sería el ropero y cabina del disc-jockey y en otra se amontonaban todos los objetos y enseres a los que los dueños tenían cierto apego sentimental o sea camas, almohadas, sofá, sillas y el cuadro de la Santa Cena en relieve…
Tercero: La decoración.
Debido a que teníamos totalmente prohibido clavar ni una sola puntilla o chincheta en ninguna de las paredes, todo iba pegado con fixo, que con la húmeda de la casa, hacía que la decoración, nos la encontrábamos a diario en el suelo o lo que es lo mismo los posters, en la pared de las chicas…, los caretos de Humberto Tozzi, Sandro Giaccobe o el mismísimo Camilo Sesto, en el lado de los chicos…, los Rolling Stones o los Kiss, así como carteleras de cine que algún osado presuntamente había sustraído, lo mismo las había de Fernando Esteso y Andrés Pajares, que películas de “Chinos” de Bruce Lee, recuerdo una fiesta donde una de las paredes estaba ocupada por una foto gigante del Real Betis Balompié.
Cuarto: La música.
La
fiesta de fin de año, tenía su propia lista de hit parade.
-En el 5º puesto, todos los éxitos de Georgie Dann, “El bimbó, El cafetal, La barbacoa, El chiringuito, o Mami que será lo que tiene el negro”, así hasta más de cien.
-En el 5º puesto, todos los éxitos de Georgie Dann, “El bimbó, El cafetal, La barbacoa, El chiringuito, o Mami que será lo que tiene el negro”, así hasta más de cien.
-El
4º puesto para los bailes de modas desde “La Raspa”, “Los Pajaritos de María
Jesús y su acordeón”, pasando por el “Hula-Hop de Enrique y Ana”, el “Tractor
Amarillo” o "La Macarena".
-El
3º la banda sonora de “Grease”, donde por un momento nos convertíamos en John
Travolta y Olivia Newton John siendo los reyes de la pista.
-El
2º los Village Peoples con la canción Y.M.C.A. donde llegando al estribillo, el
disc-jockey bajaba el volumen del tocadiscos y a berrido limpio inventamos los
casting de Operación Triunfo.
-Y
por último, el número 1º, “Los Ríos de Babilonia” del grupo Boney M. todo ello
con una coreografía muy especial, hacíamos un corro y en medio, el pamplina de
la reunión se jugaba la vida imitando al negro cantante del conjunto, entre
piruetas, convulsiones y tonterías varias, era animado por un público muy
canalla y con mucha ganas de guasa.
Quinto:
El horario.
La
fiesta empezaba a las diez de la noche y se hacia un descanso a las once y
media para ir a las campanadas a la Plaza de la Iglesia, y luego a la vuelta,
la encontrábamos llena de gente que ni siquiera conocíamos, menos mal que un “espabilaos”
de los nuestros, ya había cambiado la Gin Rives por Ginebra Lirios o El Indio,
para nuestros nuevos “invitados”.
Todo terminaba cuando “el pringao” de turno vomitaba en medio de la pista de baile y se ponía malísimo. Siempre se recurría al café con sal, que era la receta para la cura milagrosa, que más que reanimarlo y darnos las gracias, “la víctima” se ponía violenta y llegaba a insultarnos…
Todo terminaba cuando “el pringao” de turno vomitaba en medio de la pista de baile y se ponía malísimo. Siempre se recurría al café con sal, que era la receta para la cura milagrosa, que más que reanimarlo y darnos las gracias, “la víctima” se ponía violenta y llegaba a insultarnos…
La fiesta concluía con la típica frase
“Nos vemos mañana para limpiar…” pero nunca, nunca aparecía nadie…