El hampa y los bajos fondos en estos momentos visten de
chaqueta, corbata y trajes caros y encima los seleccionamos y los designamos
nosotros levantando nuestras manos, ¿Le echamos el ojo a ellos o ellos a
nosotros? Qué más da…
Cambian de correas pero son los mismos canes, nos
ofrecen baratijas y bisuterías, y ellos se quedan con las gemas y las piedras
preciosas, los diamantes ruedan por el suelo pero ya sin brillos, perlas con
lustres pero falsas, topacios de espejuelos artificiales, rubíes imitados de cristal…
nos engatusan y nos embaucan, nos creemos que nos seducen y nos embelesan, pero
no es así, solo nos catequizan y nos adoctrinan, y nos dan muchísimo gato por
liebre… y nos conformamos con las migajas y encima dándoles las gracias.
¡Señoras y señores! El presentador nos anuncia que en la
pista del gran circo de la vida, llega el turno de los humanos adiestrados,
criados en jaulas y amaestrados: mayordomos, recaderos y algún ayudante de
cámara, todos ellos nutridos, cebados, pero sobre todo amansados… mientras el
látigo chasquea y restalla, el público se aplaude y vitorea a si mismo…
En los tiempos que corren defendemos ideas y conceptos
en los que ya ni creemos, solo lo hacemos por inercia y disciplina.
Hablamos de los problemas del mundo, pero nos callamos
con los de nuestro barrio, eruditos a mansalva, soluciones rápidas y con
abundancia, sin riesgo, ni seguridad, nos miramos y vemos lo fácil que es
discutir y parlotear…
“Cuando el ojo de una persona dice una cosa, su lengua otra y su corazón otra cosa distinta, estamos delante de un tipo de persona que no sirve para nada” Gandhi.
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