martes, 7 de julio de 2009

QUE DIOS REPARTA SUERTE...



Después de mucho discurrir he llegado a la conclusión que la Fiesta Nacional y la política son muy parecidas, ya que coinciden en sus formas y modos.

Imaginaos por un momento que el ayuntamiento se transforma en un gran coso taurino, y que el alcalde es el maestro que tiene que torear, este se hace acompañar de su cuadrilla: banderilleros, mozo de espadas, picadores y demás, estos no son más que los concejales del equipo de gobierno municipal y cada uno de ellos desempeñan una labor precisa y especifica designada por el, y luego está el sabio público que abarrota la plaza, que no es otro que los ciudadanos de este pueblo, que si el diestro lo hace bien será aclamado y aplaudido con pañuelos en las manos, y si termina con éxito la faena pueden que lo saquen a hombros por la puerta grande, invitándole a que acuda en próximas ocasiones, pero si por lo contrario no cumple con lo cometido sonarán los pitos, abucheos e insultos, tirándoles hasta las almohadillas al ruedo, para nunca más volver a pisar su arena.

Y ahora pasemos al toro, que a veces son mansos y sumisos y otras bravos e indómitos, este animal que no es más que el sinónimo y metáfora de los problemas y dificultades a solucionar que le surgen a diario a nuestros gobernantes, ardua tarea del día a día y para terminar… están los críticos que lanzan sus opiniones en los medios de comunicación: prensa, radio o televisión, que por supuesto los hay de todos los tipos, partidarios y detractores, y eso queda reflejado en sus crónicas que muchas veces confunden al espectador, ya que estas no reflejan con exactitud lo que realmente está ocurriendo, ya que el favoritismos u odio sale a flor de piel en ambos bandos creando confusión.

Después de esta divagación en voz alta, llego a la conclusión de que si poco me gusta la Fiesta Nacional menos me gusta el mundo de la política... No me atrae para nada la sangre sobre la arena, si esto se considera un arte para mi ya hace bastante tiempo que dejó de serlo.

Solo pedimos seriedad, porque muchas veces algunas manifestaciones políticas se vuelven denigrantes e injuriosas y cada vez se producen con más frecuencia, dando una imagen que se asemeja al del espectáculo de las charlotadas y payasadas del “Bombero Torero y sus Enanitos” y estos ya están caducos y desfasados, dejando bastante que desear, porque al final nos reímos por no llorar.

Un día más, da comienzo el paseíllo, que Dios reparta suerte señores… ¡Pero cuidado que yo tengo gafas…!

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