Era septiembre de 1981 apunto de cumplir los 18 años (Guardo el documento que mi padre tramitó en el juzgado de Chipiona dándome la autorización para salir del país, por si tenía problemas en alguna frontera por ser menor de edad), no se muy bien como se me ocurrió la idea pero allí que me embarqué con mi amigo Manolo a esta aventura (Amistad a pesar del tiempo transcurrido todavía conservamos).
Aún no había conseguido salir de la provincia de Cádiz, por no conocer no conocía ni siquiera Sevilla, que fue donde cogimos el autobús, 36 horas de viaje, ya que atravesamos España de “punta a rabo” hasta la frontera de Irún en Guipúzcoa, Francia entera cruzando París, luego Bélgica y Holanda así hasta Alemania, sin no antes parar en mil y una áreas de servicios y gasolineras (todo a base de bocadillos y latas de refrescos), ya que dicho vehículo se dedicaba a dejar a los muchos emigrantes que viajaban en el, acercándolos a sus destinos de trabajos y residencias, creo que los únicos “turistas” éramos nosotros dos, después de tan duro y largo viaje aparecimos en la ciudad de Düsseldorf donde pasamos las dos semanas de estancia en casa de un familiar, nada de hoteles ni grandes lujos, con esa edad y en aquel tiempo el dinero era más bien escaso, pero lo suficiente como para realizar ese sueño.
Lo que allí vimos y vivimos fue espectacular, no dábamos crédito a nuestros ojos, la tolerancia de la gente, los centros comerciales y sus tiendas, los paseos por El Altstadt (El Casco Antiguo), los bares y sus cervezas, las calles y ese ambiente de ciudad cosmopolita, cultural y artístico desconocido totalmente por mí, viniendo de un pequeño pueblo y sin haber vivido ninguna experiencia ni parecida, todo era de lo más novedoso y actual, todos mis ahorros pronto desaparecieron en discos, camisetas y muchos recuerdos que aún guardo como si fueran auténticas joyas...
Cuando alguna vez reviso las fotos de aquel viaje, a la memoria me vienen las añoranzas de aquellas ganas de comerme el mundo, aquellos años de cambios a pasos agigantados que en más de una ocasión ni entendíamos, pero allí estaba yo... luchando contra todo lo establecido, está claro que era la juventud… con el tiempo apareció “la vacuna que me sanó”, solamente fue cuestión del transcurso de los años para dar con “el antídoto”, “Juventud divino tesoro…”
Cuando alguna vez reviso las fotos de aquel viaje, a la memoria me vienen las añoranzas de aquellas ganas de comerme el mundo, aquellos años de cambios a pasos agigantados que en más de una ocasión ni entendíamos, pero allí estaba yo... luchando contra todo lo establecido, está claro que era la juventud… con el tiempo apareció “la vacuna que me sanó”, solamente fue cuestión del transcurso de los años para dar con “el antídoto”, “Juventud divino tesoro…”
11 comentarios:
Pues fíjate para mí, la experiencia fue a los diez y nueve años, pero no de turista, fui como emigrante. Salvando algunos detalles no muy agradables, una vez asentada en Lippstad, mi experiencia y recuerdos de aquellos tres años, son en mi mente casi te diré que los mas felices de mi juventud. Primero me sentía libre, con un trabajo digno y un sueldo también digno. Era todo tan distinto, te hablo del año 1964 al 67, uffffff.
Cuando me encuentro con personas de aquel país aun me emociono.
Me ha gustado tu experiencia.
Un abrazo
Mamè
una experiencia vital, sin duda, y más para un chaval de esa edad y en aquellos años....!!!
Por cierto cual de los dos eres tu y no me digas que el de las gafas...
petonets
¿Que ERA la juventud?
Pero si eres un chaval!
De lo contrario yo soy una momia egipcia...jajaja
Y te aseguro que aunque a veces piense que lo sea y me acojone, estoy consciente de que no lo soy.
Así que a por mas viajes y mas proyectos, que eres, como decía, un chaval!
Salud
Pues no puedo añadir nada que no sepas, solo que eras un chavalote muy guapete y que a mi modo de ver los cuarenta y ocho, nueve y cincuenta se podrían entender como "la edad bisagra" y no me importaría bisagrear un poco ahora. Estoy de acuerdo con Genin, resulta todo tan relativo. Seguro que cuando tenga ochenta pensaré lo mismo de mi actual edad. Un fuerte abrazo.
quien es Manolo? por mucho que lo miro no saco parecido a nadie.El tigre no será,no?
Para ser la primera vez que salías de tu provincia, te desquitaste.
Bicos
Nostalgia, nostalgia y más nostalgia, la acumulamos con los años como el polvo en el desván, pero de ésas vivencias está hecha nuestra vida y somos el reflejo de lo que hemos vivido.
Un abrazo Mamé.
P.D. Me han gustado mucho los demás post, sobre todo el de los minutos ¡qué cierto es!.
Buf Mamé, por fin puedo visitarte...llevo unos dias atareadisíma con los carnavales.
Que carita tan joven tienes...te imagino cargado de discos y camisetas, en una ciudad con tanta vida, y me sonrío por lo bajini recordando mis años jóvenes.
Precioso el cartel del Carnaval de la cabecera del blog.
¡Que disfrutes!
Esa aventura tuya, por Alemania, no la conocía yo, y, mira que se han contado aventuras, y desventura en la esquinita del Chusco, bueno una cosa más que se, el Manolo ¿es el Vera? Ya me enteraré, jeje…Un saludo…TONY
En aquellos tiempos, aunque empezábamos a recuperarnos de nuestro retraso, aún existía. Lo malo es que en la actualidad hemos retrocedido muchísimo con la puñetera crisis.
Me ha encantado verte de jovencillo.
Un abrazo.
Todo pasa.
Traer los mejores momentos de nuestras vidas cada tanto es sano, nos hace pensar que podemos volver a vivir cuando así lo decidamos.
Un saludo cordial.
Alicia
Publicar un comentario