Rodeados de platos rotos sobre la mesa y los cubiertos
sin usar, se miran las caras pensando sin pensar, por no haber…, no había ni
manchas en el mantel, la lumbre se apagaba por falta de leña, al mismo tiempo
que la esperanza.
Los cristales sucios en las ventanas, aberturas al
mundo por muchos días nunca abiertas, la abandonada cristalera desconchada
cuenta el paso del tiempo, presencias de otros momentos prósperos y boyantes,
que han pasado a la decadencia.
El salón ya sin vida, nadie baila, la música hace demasiado
tiempo que dejó de sonar, el piano cubierto de polvo y olvidado en el rincón,
ya no hay manos suaves que acaricien sus teclas, un jarrón tirado en el suelo
con flores secas y marchitas lo acompaña, todo rodeado de escombros… lo único
nuevo son las lágrimas.
Qué poco me gusta ver el informativo de las tres…
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