Diario de a bordo: Como cantaba Bob Dylan “Los tiempos están cambiando”
pero creo que demasiado rápido, hace unos días las colas se encontraban en
ambulatorios y hospitales, pues esas mismas colas están ahora en bares y
restaurantes.
Lo que antes se llamaba hacer una reserva para almorzar o cenar, ahora
lo nominan “cita previa”, e incluso por teléfono te dan el día y la hora, y
además sin opciones, ver para creer.
La gente espera hasta horas por coger una mesa y además la que le toque,
el camarero encargado de tan dura responsabilidad, tiene que tener fuerza de
voluntad para no caer en el chantaje o coacción del cliente avispado y
perspicaz.
Está claro que había ganas de calle o más concreto de bares, creo que es
lo que más hemos echado de menos en este encierro, las tertulias y esas charlas
interminables y muchas veces banales e insignificantes, es que eso no tiene
precio y ahora sí que lo valoramos más.
No hay nada que integre y una más que una barra, amigos y conocidos
alrededor de unas copas, era el sueño y quimera de esta cuarentena.
Hoy texto cortito y nos vemos en los bares de urgencias aunque solo tengan servicios mínimos…
“Nunca le hago asco a la última copa ni al próximo bar”. (Joaquín
Sabina)
1 comentario:
Pronto a todo se adapta la gente.
Un abrazo.
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