OCTOGÉSIMO NOVENO DÍA DE CUARENTENA

Diario de a bordo: Lo prometido es deuda, lo comenté hace unos días y aquí está. En la fotografía de arriba, está mi gran obra maestra pictórica realizada en este periodo de cuarentena, le dediqué algunas horas pero en distintos días, el resultado ha sido este. Técnicas mixtas y varias prácticas de plásticas unidas han dado este fruto.

Siempre he pintado pequeños formatos, está vez ha sido el tamaño más grande que he realizado 50 por 70 cm., me relaja mucho cuando son casi miniaturas, así que esta vez con esas dimensiones me he sentido por algunos momentos algo perdido.

La presentación no puede ser más idónea, reciclando un magnifico marco de los años 70 y enmarcado por mi amigo Pepe Castro “Marquetería Castro”, que este sí que es un artista, ha convertido mis garabatos y manchas en una obra de arte, que podría estar colgada en “El Reina Sofía” o en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, modestia aparte.

Tan ensalzada y elogiada obra lleva como título, “No se puede mezclar el agua con el fuego”, no recuerdo de donde saqué la frase, solo recuerdo que eso apareció escrito o mejor dicho dibujado en el mismo cuadro una mañana, eso quiere decir que los gin tónic hicieron el resto… no tiene más explicación, tantas jornadas “encerrado” dieron para eso y para más… También se podía haber llamado “No mezcles más ginebra con tónica, que luego pasa lo que pasa”, son cosas del destino…Esto está basado en un hecho real.

Esta gran obra de arte, a día de hoy no tiene ningún valor económico porque el artista aún continua vivo, está claro que ahora mismo no vale ni un euro pero cuando yo ya no esté por estos mundos de Dios, aún valdrá menos, pero el marco si. No seré el próximo Vincent Van Gogh, no tengo ningún interés de cortarme una oreja.

“Lo malo de la pintura abstracta es que hay que molestarse en leer el título de los cuadros” Óscar Pin.

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