Diario de a bordo: Hace ya algunas semanas me dio mucha alegría escuchar
el ruido en el silencio de la noche de las motos que repartían comida a domicilio,
con que poco me conformaba en aquellos momentos, escribiendo estos mismos
textos me inspiraban y pensaba que había vida tras los cristales, la esperanza
tenía ruido y no color…
Pues esta mañana me ha despertado la voz grabada del tapicero que
visitaba mi pueblo, me he levantado contento… que simple, la posible normalidad
no me la anunciaba la televisión, ni la radio, ni la prensa…, era gracias al señor
tapicero por visitar Chipiona.
Con el transcurso de la pandemia tendrá mucho trabajo con las de horas
de “sofá” que hemos pasado, los estampados de sillones y sofás estarán gastados y
raidos, y los cojines y respaldos degradados por los moldes y siluetas de sus
propietarios, pues me alegro que alguien gane dinero gracias al confinamiento.
De otra cosa que me alegro es de mis conexiones en las video llamadas
con el grupo de amigos de “El Chusco”, que durante toda la cuarentena nos conectábamos
cuatro veces al día en distintos horarios para informarnos, darnos ánimos ¿Y por qué no? Para reírnos un rato, pues cada vez son menos frecuentes, pues ya hemos empezado
a reunirnos de forma no virtual, una mesas y unas copas hacen lo demás, qué felicidad que esto esté ya pasando, esperemos que esto no tenga una penosa
vuelta atrás, eso sí que sería un gran desastre.
“Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la
oportunidad en cada dificultad”. Winston S. Churchill.
P.D. Si quieres seguir los textos de "La Cuarentena" pincha AQUÍ.
3 comentarios:
Te noto una mijilla más optimista. Es lo que tiene relacionarse con la gente un poquito más cerca, sin pasarse, claro.
Por cierto:
La gente berrea, yo escucho a Queen.
Un abrazo.
No tiene por qué haber un repunte. Un beso
Por aahora es lo que hay y tocó vivirlo aquí vamos bastante bien,abrazo.
Publicar un comentario